En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa Francisco habla de la codicia por tener siempre más. Convirtiendo en esclavos y servidores del dinero a quienes persiguen enriquecerse siempre más, es adictiva. “En las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada. ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas. Este comercio es un escándalo al que no debemos ni podemos resignarnos”, dijo.
Servirse de las riquezas sí; servir a la riqueza no: es idolatría, es ofender a Dios, dijo el Pontífice, y agregó que la vida no depende de lo se posee, depende de las buenas relaciones con Dios, con los demás y con los que tienen menos.
Es necesario preguntarnos cómo queremos enriquecernos, según Dios o mi codicia. Preguntarnos qué herencia queremos dejar, dinero en el banco o gente feliz a mi alrededor, buenas obras que no se olvidan, personas a las que he ayudado a crecer y madurar. La codicia por tener siempre más. Convirtiendo en esclavos y servidores del dinero a quienes persiguen enriquecerse siempre más. Francisco dijo que la codicia es una enfermedad peligrosa para la sociedad: por su culpa, dijo, hemos llegado hoy a otras paradojas, a una injusticia como nunca antes en la historia, donde unos pocos tienen mucho y muchos tienen poco. “Pensemos también en las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada. ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas”, dijo.
“Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo”
El Papa dio inicio a su alocución recordando el Evangelio de la Liturgia de hoy:
“un hombre dirige esta petición a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo” (Lc 12,13)”.
Al respecto, Bergoglio afirmó que es una situación muy común, problemas similares siguen estando a la orden del día, muchas familias se pelean por una herencia, y quizás ya no se hablan. Y retomando el Evangelio, Francisco dijo que Jesús, respondiendo al hombre, no entra en detalles, sino que va a la raíz de las divisiones causadas por la posesión de cosas, y dice: “Guardaos de toda codicia ” (v. 15).
La codicia
¿Qué es la codicia? se pregunta el Santo Padre, y nos dice que es la ambición desenfrenada por las posesiones, siempre queriendo enriquecerse. Es una enfermedad, afirmó, que destruye a las personas, porque el hambre de posesiones es adictiva. Especialmente los que tienen mucho nunca están satisfechos: siempre quieren más, y sólo para ellos mismos.
Teniendo esta ambición desenfrenada, eliminamos nuestra libertad. Ya no somos libres, dijo el Papa, estamos apegados, somos esclavos de los que “paradójicamente” debería haber servido para vivir libres y serenos. en el afán de tener siempre más, servimos al dinero, afirmó, la codicia es peligrosa en la sociedad, por la codicia, muchos tienen poco, y pocos tienen mucho. En las guerras el “ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada”, debido entre otros, al interés del comercio de armas.
La codicia está en el corazón de todos
“Jesús nos enseña hoy que, en el fondo de todo esto, no hay sólo unos pocos poderosos o ciertos sistemas económicos: está la codicia que hay en el corazón de todos”.De allí que Francisco nos cuestiona: ¿cómo es mi desprendimiento de las posesiones, de las riquezas? ¿Me quejo de lo que me falta o me conformo con lo que tengo? ¿Estoy tentado, en nombre del dinero y las oportunidades, a sacrificar las relaciones y el tiempo por los demás? Y de nuevo, ¿estoy tentado a sacrificar la legalidad y la honestidad en el altar de la codicia?
El altar de la codicia, porque señaló el Papa, los bienes materiales, el dinero, las riquezas pueden convertirse en un culto, en una verdadera idolatría. Por eso Jesús nos advierte con palabras fuertes, dijo, dice que no se puede servir a dos señores, y advierte Francisco, que tengamos cuidado, Jesús “no dice Dios y el diablo, o el bien y el mal, sino Dios y las riquezas (cf. Lc 16,13). Servirse de las riquezas sí; servir a la riqueza no: es idolatría, es ofender a Dios”.
Hacerse rico según Dios
El Papa nos aconseja buscar la riqueza, desear ser más ricos, “es justo desearlo, es bueno hacerse rico, ¡pero rico según Dios! Dios es el más rico de todos: es rico en compasión, en misericordia. Su riqueza no empobrece a nadie, no crea peleas ni divisiones”.
Es una riqueza, dijo por último Francisco, que ama dar, distribuir, compartir. “Acumular bienes materiales no es suficiente para vivir bien, porque -repite Jesús- la vida no depende de lo que se posee (cf. Lc 12,15). En cambio, depende de las buenas relaciones: con Dios, con los demás y también con los que tienen menos. Entonces, nos preguntamos: ¿cómo quiero enriquecerme? ¿Según Dios o según mi codicia? Y volviendo al tema de la herencia, ¿qué herencia quiero dejar? ¿Dinero en el banco, cosas materiales, o gente feliz a mi alrededor, buenas obras que no se olvidan, personas a las que he ayudado a crecer y madurar?” Su alocución concluyó pidiendo a la Virgen que nos ayude a comprender cuáles son los verdaderos bienes de la vida, los que permanecen para siempre.
Nuevo llamamiento del Papa por Ucrania: Detenerse y negociar
El Papa en sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, recordó que el miércoles durante la audiencia general hablará de su viaje apostólico en Canadá, y también felicita a los jesuitas en el día de San Ignacio de Loyola. Afirmó que en su viaje no dejó de rezar por Ucrania, es el momento de detenerse y negociar la paz, dijo.
“Ayer por la mañana regresé a Roma tras mi viaje apostólico de seis días a Canadá. Tengo previsto hablar de ello en la audiencia general del próximo miércoles”.
Con estas palabras, Francisco, recordó, que como es habitual después de un viaje apostólico, la audiencia sucesiva a su regreso, está dedicada a una reflexión de lo que fue su viaje. Mientras en sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, el Papa agradeció a todos los que han hecho posible esta peregrinación penitencial, empezando, dijo, por las autoridades civiles, los jefes de los pueblos indígenas y los obispos canadienses. Agradezco sinceramente a todos los que me acompañaron con sus oraciones, señaló.
Un pensamiento por Ucrania
El Santo Padre afirmó que durante los seis días de su viaje apostólico, no dejó de rear por el pueblo ucraniano, “atacado y atormentado, pidiendo a Dios que lo librara del flagelo de la guerra”.
“Si se mira la realidad con objetividad, teniendo en cuenta el daño que cada día de guerra supone para esa población pero también para el mundo entero, lo único razonable sería parar y negociar. Que la sabiduría inspire pasos concretos de paz”.
Un saludo a los jesuitas en el día de San Ignacio de Loyola
Después, el Pontífice saludó a sus hermanos jesuitas, en su fiesta hoy, de San Ignacio de Loyola, extiendo, dijo, un afectuoso saludo a mis hermanos jesuitas, sigan caminando con celo, con alegría en el servicio del Señor. ¡Sean valientes!, exclamó Bergogio.
Por último saludó a los presentes, en particular, a las novicias Hijas de María Auxiliadora que están a punto de hacer su primera profesión religiosa; al grupo de Acción Católica de Barletta; a los jóvenes de la diócesis de Verona; a los jóvenes de la unidad pastoral “Pieve di Scandiano”; y a los del grupo “Gonzaga” de Carimate, Montesolaro, Figino y Novedrate, que han recorrido la Vía Francígena.
Fuente: Vatican News
Imagen: Vatican Media
Ciudad del Vaticano, 31-07-2022