77 años de la llegada de las Religiosas de Santa Marta a Chile: Una historia de fe y entrega

Hoy celebramos con gratitud y alegría los 77 años desde que las primeras Religiosas de Santa Marta llegaron a Chile para dar vida al carisma inspirado por el Beato Tomás Reggio: una Iglesia al estilo de Betania, donde Jesús es esperado, acogido y amado.

Aquel 12 de junio de 1948, tras recorrer más de 11.900 kilómetros desde Génova a Valparaíso, las primeras hermanas se dirigieron a Talca, fundando allí la primera comunidad en tierras chilenas. Dejaron atrás su patria, su familia de origen y religiosa, embarcándose en una aventura de Dios que aún da frutos.

Las pioneras que abrieron camino:

  • Madre Ignazia Ongaro
  • Madre Ermelinda Rollero
  • Suor Nazzarena Candiani
  • Suor Vincenza Moniga
  • Suor Serafina Focardi
  • Suor Agnese Morandi
  • Suor Giuditta Casorerio
  • Suor Raffaella Corti

Mujeres valientes, animadas por la confianza en la Providencia, que llegaron sin conocer el idioma ni el entorno, pero profundamente entregadas a la misión. Su fe y espíritu de servicio conquistaron los corazones, y su legado se expandió por diversas regiones del país.

Hoy, la Congregación de Santa Marta florece en Italia, Chile, Argentina, México, Brasil, India y Líbano, manteniendo viva la llama del carisma fundacional.

Palabras de gratitud de Madre Ana María Cañete Rives, Madre Delegada:

“Hoy es un día para agradecer desde el profundo de nuestro corazón, nuestro ser Religiosas de Santa Marta, por nuestra amada Familia Religiosa que cuida con amor de cada una de nosotras, por la vocación recibida y renovar nuestra entrega y consagración al Señor.”

También recordamos las palabras del entonces Cardenal Montini (futuro Papa Pablo VI) dirigidas a Madre Ignazia Ongaro:

“Una cosa sola: la carità, nel cuore, nelle opere; verso Dio, verso il prossimo; nelle case e fuori, sempre.”

Una herencia espiritual viva

Como expresó el Beato Tomás Reggio:

“Vuestro Instituto no crecerá ni durará por socorros y ayudas humanos, sino únicamente apoyado sobre vuestro espíritu religioso y de sacrificio.”

Hoy damos gracias a Dios por estos 77 años de misión, por cada hermana que ha entregado su vida al servicio del Evangelio y por las comunidades que siguen haciendo florecer el bien, con humildad, cercanía y esperanza.

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