Los pesebres de las comunidades de Santa Marta: Signo vivo del espíritu de familia y de la Navidad

“Qué bonito”, “qué bien quedó el pesebre”, “¡Cómo se vive la Navidad aquí!”, “el espíritu de familia se hace vida”. Estas y muchas otras expresiones se han escuchado de quienes han vivido las vísperas de la navidad en las comunidades de las Religiosas de Santa Marta en América Latina.

Con gran dedicación, cuidado y sentido espiritual, las comunidades han dispuesto sus pesebres para vivir y anunciar la Navidad 2025, preparando el corazón y los espacios comunitarios para recibir el nacimiento del Niño Dios. Cada pesebre refleja no solo creatividad y esmero, sino también una profunda experiencia de fe, sencillez y amor, propia del carisma que anima a la Congregación.

Algunas comunidades, como Pica, Vallenar, Coquimbo, Quinta de Tilcoco, Valparaíso, Valdivia, Osorno, Talca, Bonito, Derqui, Pilar, Tizimí, entre otras, han compartido imágenes de sus pesebres, en las que se puede apreciar la dedicación puesta en cada detalle como un verdadero gesto de acogida a Jesús que nace pobre y cercano. Estos signos sencillos se convierten en una catequesis viva, que invita a detenerse, contemplar y renovar la esperanza.

El origen del pesebre

La tradición del pesebre tiene su origen en el siglo XIII, cuando San Francisco de Asís, junto a sus seguidores, difundió la práctica de los “belenes” en templos y hogares. En la Navidad de 1223, el Santo realizó una representación viviente del nacimiento de Jesús, preparando un establo e invitando al pueblo a participar con personas y animales reales. A esta experiencia la llamó crèche, que en francés significa “cuna”.

La iniciativa fue acogida con gran entusiasmo y pronto se extendió por toda Italia. Más tarde, entre los siglos XIV y XV, en Nápoles surgieron las primeras figuras que representaban el nacimiento del Niño Dios. Con la llegada de los misioneros a América, esta tradición se difundió ampliamente en nuestro continente.

Los pesebres, ya sean vivientes o materiales, invitan a reflexionar sobre la pobreza de la Sagrada Familia y llaman a los fieles a vivir la sencillez evangélica, desprendiéndose de los apegos materiales y poniendo el centro en lo esencial. En muchas casas cristianas, se sigue destinando un lugar especial para el pesebre, dejando el espacio entre José y María para colocar al Niño Dios el 25 de diciembre, generalmente a las 00:00 horas.

Así lo recoge también el sitio ACI Prensa, recordándonos que esta tradición sigue siendo un signo elocuente de fe, familia y esperanza.

En las comunidades de las Religiosas de Santa Marta, el pesebre no es solo una representación, sino una experiencia viva donde el espíritu de familia se hace vida, y donde la Navidad se celebra desde la acogida, la fraternidad y la alegría del Dios con nosotros que nace para todos.