
En la celebración del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, en la Plaza de San Pedro, el mensaje del Papa Francisco, leído por el Cardenal Leonardo Sandri, abrió oficialmente la Semana Santa con una profunda reflexión sobre el sentido del sufrimiento, el amor redentor y la solidaridad cristiana.
El Santo Padre recordó la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, aclamado por la multitud como el Rey que viene en nombre del Señor, y cómo esa misma ciudad, pocos días después, lo rechaza, lo condena y lo lleva a la cruz. En ese contraste, el Papa centró su homilía en la figura de Simón de Cirene, el hombre que fue obligado a cargar con la cruz de Cristo.
«Simón de Cirene hace, pero no dice», afirmó Francisco, subrayando que, aunque no pronunció palabra alguna, su acción silenciosa lo convirtió en parte activa del misterio de la redención. En contraste con el apóstol Pedro, que prometió seguir a Jesús hasta la muerte pero luego lo negó, el Cireneo se convierte en símbolo de todos aquellos que, sin buscarlo, terminan siendo instrumentos de misericordia y salvación.
El Papa invitó a los fieles a ponerse en el lugar de Simón y cuestionarse con sinceridad: “¿Sentiríamos rabia o piedad? ¿Soportaríamos la cruz o la llevaríamos con amor?”. En este gesto, aparentemente forzado, se revela una verdad profunda: nadie es ajeno al misterio de la cruz, y todos estamos llamados a participar, no sólo con palabras, sino con gestos concretos de amor hacia el prójimo.
«La pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más, cuando levantamos al que está caído», expresó el Pontífice. Así, animó a vivir esta Semana Santa con el corazón abierto, llevando la cruz no como adorno exterior, sino como compromiso profundo: no solo la propia, sino también la de los demás.
Con esta homilía, el Papa Francisco da inicio a los días más intensos del calendario litúrgico cristiano, llamando a la comunidad a vivir la Pascua no solo como una celebración, sino como una oportunidad para ser cireneos en medio del mundo, especialmente para quienes más sufren.