Profesora de Osorno recibe reconocimiento del Instituto Nacional de los Derechos Humanos (INDH)

En el contexto de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el INDH de la Región de los Lagos entregó el “Reconocimiento mujeres defensoras de los Derechos Humanos de ayer y hoy” a una profesora del Colegio Santa Marta de Osorno.

Así, la profesora Sarita Kramm Vargas recibió esta distinción junto a otras 5 mujeres de la ciudad de Osorno.

El reconocimiento es por el trabajo destacado en las reivindicaciones de los derechos sociales, culturales y ambientales en las comunidades locales.

La profesora Sarita lleva más de 29 años al servicio de la educación en la casa santamartina de Osorno, formando a los jóvenes de la enseñanza media en Lengua y Literatura. Además, participa de manera constante y activa en el Consejo Escolar del Colegio.

En conversación con la profesora, ella comenta algunas impresiones de lo que provocó este reconocimiento.

¿Qué significó para usted este reconocimiento?

Sorpresa, pues son muchísimas las mujeres que trabajamos por ese otro mundo posible, y son tan o más merecedoras que quienes somos reconocidas; también una gran responsabilidad, pues tener esta posición de visibilidad compromete el trabajo futuro.

¿Cómo recibe este reconocimiento, desde la figura de educadora santamartina?

Santa Marta sirve porque cree, y es el emblema que flamea en nuestros corazones, ello supone, no solo servir dentro de la profesión docente, sino también en el compromiso social y comunitario.

¿Cómo se vive el carisma de fe, acogida y servicio en función de cuidar y proteger los derechos fundamentales de las personas?

Obviamente el carisma basado en estos tres principios constituye un modelo sucinto de lo que cualquier ser humano, debería propiciar para vivir integralmente, y lo afirmo pues la fe puede encontrar algún tipo de símil en el desarrollo de la espiritualidad, de este modo vivir el Carisma de Santa Marta implica comprometerse con una sociedad más justa y digna. Sin embargo, la tarea es muy ardua, tenemos una sociedad sumida en el individualismo y el consumo, y en ese contexto lo que debería ser natural, como defender los derechos humanos, tener retiros espirituales personales, levantar grupos de acción social; son “rarezas”. En esta realidad global, la invitación de Santa Marta, es una luz pequeñita, pero que ilumina con gran claridad.

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